Libro Evangelizar Cantando Pdf 45 !!EXCLUSIVE!!
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168. Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado. Sienten que viven el amor fraterno, pero quizás su grupo se convirtió en una mera prolongación de su yo. Esto se agrava si la vocación del laico se concibe sólo como un servicio al interno de la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.), olvidando que la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política: es un compromiso concreto desde la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo.
196. En el libro La sabiduría de los años[104], expresé algunos deseos en forma de pedidos. «¿Qué pido a los ancianos, entre los cuales me cuento yo mismo? Nos pido que seamos guardianes de la memoria. Los abuelos y las abuelas necesitamos formar un coro. Me imagino a los ancianos como el coro permanente de un importante santuario espiritual, en el que las oraciones de súplica y los cantos de alabanza sostienen a la comunidad entera que trabaja y lucha en el terreno de la vida»[105]. Es hermoso que «los jóvenes y las muchachas también, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor» (Sal 148,12-13).
Otro foco permanente de críticas es la construcción de la mansión Beth Sarim, construida supuestamente para el «inminente retorno de los patriarcas», la cual finalmente nunca tuvo el uso que se planteó en las publicaciones de la Sociedad Wachtower, sino que se empleó como residencia particular de Joseph Franklin Rutherford,[cita requerida] el mismo que masificó la idea de la Segunda Venida a través de su libro de 1920, Millones que ahora viven no morirán jamás, editado por la Sociedad Watchtower.
196. En el libro La sabiduría de los años,[104] expresé algunos deseos en forma de pedidos. «¿Qué pido a los ancianos, entre los cuales me cuento yo mismo? Nos pido que seamos guardianes de la memoria. Los abuelos y las abuelas necesitamos formar un coro. Me imagino a los ancianos como el coro permanente de un importante santuario espiritual, en el que las oraciones de súplica y los cantos de alabanza sostienen a la comunidad entera que trabaja y lucha en el terreno de la vida».[105] Es hermoso que «los jóvenes y las muchachas también, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor» (Sal 148,12-13).
El 5 de febrero de 1597, en Nagasaki (Japón) fueron crucificados veintiséis cristianos (misioneros jesuitas y franciscanos, religiosos japoneses, como Pablo Miki, y diecisiete laicos: catequistas, intérpretes, médicos y niños). Sonriendo y cantando sufrieron el martirio (entre ellos estaba San Felipe de Jesús).
Aunque es probable que las tradiciones que se utilizan en los primeros capítulos del libro de Génesis sí sean muy antiguas, lo cierto es que su redacción es quizá lo último que se escribió del Pentateuco. El estilo pertenece a la escuela sacerdotal y su propósito carece absolutamente de todo interés científico. El pueblo judío estaba a un paso de aceptar la religión babilónica y lo que necesitaba no era una lección de prehistoria, sino unos principios que le ayudaran a no hundirse completamente en su contexto pagano. Con materiales de cosmogonías de otros pueblos orientales compusieron los sabios un relato que reafirmó la fe en un solo Dios todopoderoso. Hoy tenemos que usar cualquier elemento de nuestra cultura, la ciencia, el arte o lo que sea que ayude a la comunidad cristiana a ser fiel a su fe.
*San Mateo Correa Magallanes, mártir mexicano MR, p. 932 (924) / Lecc. I, p. 582Nació en Tepechitlán, (Diócesis de Zacatecas), el 23 de julio de 1866. Párroco de Valparaíso, Zac., cumplió fielmente las obligaciones de su sacerdocio: evangelizar y servir a los más pobres, obedecer a su obispo, unirse a Cristo Sacerdote y Víctima, especialmente al convertirse en mártir a causa del sello sacramental. Fue perseguido continuamente y hecho prisionero varias veces, la última vez fue cuando iba a auxiliar a una persona enferma. Lo detuvieron algunos días en Fresnillo, Zac., y fue llevado después a Durango. Allí le pidió el general que confesara a unos presos y después le exigió que le revelara lo que había sabido en confesión, o de lo contrario le mataría. El señor Cura Correa respondió con dignidad: «Puede usted hacerla, pero no ignore que un sacerdote debe guardar el secreto de la confesión. Estoy dispuesto a morir». Fue fusilado en el campo, a las afueras de la ciudad de Durango, el 6 de febrero de 1927 y así inició su verdadera vida aquel párroco abnegado y bondadoso. 2b1af7f3a8